Vivimos en un mundo tremendo. El presidente de la más grande potencia mundial, en plena decadencia, se dobla ante un rey petrolero musulmán (no fue el único) y a la Reina de Inglaterra le hace casi un quiay desganado; el Papa de formación nazi se coloca la kieffah palestina tres semanas antes de viajar a Israel. Dos hermanos fascistas-totalitarios mandan en lo que es una dinastía comunista y algunos exigen el perdón para estos criminales, con la intención, claro está, de forrarse los bolsillos con el negocio del dolor. En medio de esto, surge la polémica en Miami por unas frases dichas debido a Mario Díaz-Balart, y que al parecer fueron deformadas al extraerlas de su contexto, como se prueba en las imágenes debajo de este post. Yo, sin ánimos de entrar en ninguna polémica, pienso lo mismo desde hace mucho tiempo. Todo aquel que quiera el levantamiento del embargo sin condiciones, sin la liberación de los presos políticos, sin reconocimiento de la oposición, sin la partida de los Castro, dos dictadores totalitarios que además son admiradores de Adolf Hitler, sin democracia, son iguales que aquellos que sin ningún tipo de escrúpulos ni dignidad hicieron negocios con Hitler. No veo ninguna diferencia. Y es cierto, los crímenes no tienen comparación, cuando hay crímenes hay crímenes, no hay otra palabra. Y hasta ahora, la historia, jamás ha perdonado a los criminales. Yo me sentaría encantada delante de la televisión a ver el final de los Castro como el de los Ceausescu, en mi cabeza tendría a tantos inocentes asesinados por ellos.
Me parece mediocre que dos políticos del exilio se dediquen a enredar la pita, metiendo a las familias cubanas en esto. En primer lugar, las familias cubanas han sido divididas por el castrismo, y no por los americanos. ¡Qué poca coherencia, qué descaro!
Todo aquel que hoy hace negocios con los Castro, sin importarles el destino del pueblo cubano, es un fascista, un totalitario, y un esclavista, igual que ellos.
Video visto en Penúltimos días.
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