En la casa de los amigos Tania y Samir Assaf, a quienes agradezco su generosidad:
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Una fiesta de fin de año entre gente trabajadora, que se gana el pan día a día. Al final, en lugar de tirar un cubo de agua sucia por la ventana, al llegar a mi casa, lancé champán y Chanel número 5 por el balcón (gotas y chorrito que tampoco soy boba), de los que me compro con mi trabajo, en democracia y libertad, y no el agua sucia que le tengo que mendigar a una dictadura.
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