EL PAPA CON LOS HIJOS DE HATUEY
¿DE QUE LIBERTAD HABLARÁ EL PAPA?
Por Tania Díaz Castro
Aunque es cierto que las dictaduras totalitarias de corte estalinista se caen solas, hay que darles sus empujoncitos, o sus empujones. En el caso de Cuba, para eso han surgido los disidentes, los opositores pacíficos y los periodistas independientes que escriben lo que ocultan y callan los caudillos castristas.
Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar si las religiones, a través de sus hombres en el poder, han cooperado alguna vez con las minorías que luchan por la libertad de un pueblo?
Pronto el Papa Benedicto XVI visitará Cuba, la máxima representación de la Iglesia Católica. Una dictadura lo recibirá con los brazos abiertos y una población, compuesta por millones de habitantes, una de las menos católicas del Continente, no acompañará a los cientos de miles de feligreses que irán a su encuentro.
Los Sumos Pontífices de esa monarquía absoluta del Vaticano nunca han tenido suerte en Cuba. Ni siquiera bajo la colonia. Tampoco durante los gobiernos democráticos y mucho menos en la dictadura de Fidel Castro. Tal vez la historia de esa mala suerte la inició nuestro indio Hatuey, quien prefirió morir en la hoguera, antes de ir al cielo del dios católico.
Pero, ¿ocurre lo mismo a nivel mundial? ¿Por qué la Iglesia Católica sólo convence a un 13,9%, una penosa minoría de los siete mil millones que habitan el planeta? ¿Será acaso porque sus dogmas, lejos de avanzar junto con el desarrollo de la civilización humana, violan los Derechos Humanos fundamentales?
Benedicto XVI, el Papa número 265, por ejemplo, se diferencia bastante de su antecesor, Juan Pablo II. A los veinte años, por haberse enrolado en la organización de las juventudes hitlerianas, según él contra su voluntad, tuvo que en 1977, como arzobispo de Mónaco, redimir al pueblo alemán de los crímenes cometidos por los nazis. Alegó que ¨…aquellos horrores sólo fueron responsabilidad de grupos de criminales que abusaron de la población¨.
En eso tuvo razón Benedicto XVI. Ojalá nadie le pregunte a gritos, durante sus actos públicos en Cuba, quienes son los culpables de los crímenes cometidos en nuestro país durante las últimas décadas.
De más está decir que a los cubanos siempre les ha gustado vivir en libertad, única fuerza de la que se vale el Hombre para luchar en la vida.
Libertad para pensar, amar, opinar, moverse de lugar, organizarse, tener o no tener hijos, creer o no creer en ese Dios que nos castiga si le faltamos.
De esas libertades no es portador Benedicto XVI. Es por eso que visitará Cuba, es por eso que su antigua institución no es acogida ni siquiera por las mayorías. Aquellos que se hagan ilusiones de que la Iglesia Católica, opuesta al aborto, a la eutanasia, al homosexualismo, en fin, a la libertad plena del hombre, podrá cambiar el destino de Cuba, han dejado de ser hijos del indio Hatuey.
Santa Fe, marzo 2012
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