
Agradezco al autor de este libro que me lo haya enviado, y su dedicatoria. Su lectura es imprescindible, sobre todo viniendo de un periodista experimentado, y de una persona que viajó a Cuba con las mejores intenciones de encontrar a los cubanos y vivir como ellos, junto a ellos. Escrito como un diario de viaje, conduce al lector al pasado histórico de las calles de La Habana, que no son ya de ninguna manera las de antes, plenas de emprendimiento e ilusiones, y del mismo modo lo interna en el resto del país. Un relato fiel y dramático de lo queda de los sueños revolucionarios de varias generaciones.
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