Uno de los fundadores, Clive Rudd Fernández, de La Cubanada se explica desde sus páginas, a raíz de los últimos acontecimientos. Me ha pedido -tal como le ofrecí en un post- que publique su texto dando su versión. Aquí está.
Y mi respuesta:
Lo he leído todo, me parece muy bien, pero no creo que nadie debe de andar por la vida dando explicaciones. Claro, lo dice una que ha tenido que explicar mucho, y a la que le han endosado malevolencias que nada tienen que ver con mi persona, y todo eso a través de internet, por el solo hecho de haber triunfado con mi trabajo ha levantado odios y envidias por más de treinta años. Es el precio del triunfo que se saborea mejor cuando uno trabaja honradamente.
Sin embargo, creo que Clive se equivoca, la página de La Cubanada se ha ido politizando cada vez más, sólo hay que ver la dirección de sus elecciones selectivas, las publicidades, y las entradas de blogs, también muy selectivos.
De otra parte, yo no creo que la economía -voy a añadir ahora «exclusivamente»- abra caminos hacia la libertad, mi lucha diaria al lado de activistas coreanos, chinos, vietnamitas, pakistaníes, periodistas rusos, entre otros, así lo demuestra.
En un lado están los negociantes, en otro los pensadores. Tal vez no estando del mismo lado, quiera decir que seamos enemigos. Pero si un negociante apoya mínimamente a un depredador de las libertades, aunque éste se quiera vender como un emprendedor mercantil de vastos horizontes, para mí resulta un enemigo doble por que su poder está en su engaño, en su traición a la riqueza esencial del hombre: su pensamiento y la libertad.
Por supuesto, ahí donde falla el mundo, es en que se ha convertido en un infierno plagado de negociantes que quieren pasar por pensadores.
Zoé Valdés.
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