No pude ver la Inauguración de los JJOO en vivo porque esa noche cenamos en el Terroir Parisien del gran chef de cuisine à la mode desde su época en el Hotel Meurice: Yannick Alléno; pero alcancé a ver una parte, y algunos fragmentos en internet, los más importantes y hermosos.
Alcancé a ver, por ejemplo, lo que ha sido la primera interpretación de Isabel II, la Reina de Inglaterra, en el cine, junto al último James Bond, en una de las apariciones más humorísticas y tiernas de la Reina. ¡Cuánto me alegro que los juegos hayan ocurrido en Londres, a pesar de todo lo que amo a París! Pero ¿se imaginan un número parecido en París? Impensable. La última reina que tuvieron la decapitaron. Y no puedo ni siquiera imaginar, por mucho humor que ella y yo tengamos, a Madame Bernardette Chirac, lo más cercano a una de las perritas de la Reina de Inglaterra que tenemos en Francia, con su jolie coiffure y el consabido aire de tener un palo metido en el trasero, lo de aceptar una actuación en el cine, junto a, vamos a ver, al agente pujón y mediocrón Jean Dujardin en su OSS 117, una pésima burla fílmica de James Bond.
¿Hubiéramos podido repasar la historia de Francia tal como la hicieron los ingleses de cabo a rabo con Vichy y Pétain incluídos?
¿Dónde está el cantante a la altura de Paul McCartney, el que por cierto, fue el único que me desagradó en la escena? Escogió una de las peores canciones de los Beatles, una de las más facilonas, y la interpretó pésimo. Y así y todo estuvo muchísimo mejor de lo que hubiera estado cualquier cantante de los de ahora en Francia. ¿A quién hubieran puesto, a Johny Halliday, a Patrick Bruel, a Jean-Jacques Goldman, o al rappero de turno? A las mujeres, ¡ni de broma!, este país considera en su gran mayoría que la voz mundialmente aclamada de Mireille Mathew es ringard o decadente porque la dueña de esa voz es de derechas, votó Nicolas Sarkozy, y además cantó La Marseillesa; aunque también a algunos rapperos que votaron a Sarkozy en el 2007, como al propio Johny Hallyday, medio que les ha caído tiña. A las otras grandes intérpretes como Lara Fabián, etc, las ha devastado la envidia y maledicencia de las mariquitas envidiosas de la televisión.
Es probable que los JJOO en París hubieran tenido una proyección más rimbombante, tal como ocurrió en China, o como se hacía en la época versallesca de Lully, pero no creo que hubieran tenido la belleza y sobriedad, el fino sentido del humor, y el esplendor artístico que existieron en los JJOO de Barcelona y ahora en los de Londres.
En cuanto a los países que desfilaron, unos de los más aclamados: Estados Unidos y Jamaica. De los menos aplaudidos: Siria, Cuba, Irán, y Arabia Saudita (ya una de las deportistas mujeres que por primera vez enviaron a los JJOO este año prefirió regresar porque se negó a quitarse el burka para competir; era una yudoca, imagínese qué hubiera pasado si el trapo se le enreda en la garganta a su contrincante. Pero ella prefirió el burka). En la delegación de Estados Unidos brilló la sonrisa de un cubanoamericano.
No sé en qué periódico español leí un artículo con fotos adjuntas sobre «los peores vestidos de la ceremonia», sin incluirse a ellos, que iban horrendos con unos brillos espantosos en unas telas con unos colores rechinantes imposibles. Pero teniendo a Zara, y a tantos buenos diseñadores, se decidieron por un ruso que los mató.
Todavía nada se ha terminado, al parecer la ceremonia final promete…
Zoé Valdés.
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