Finalmente el castrismo es bueno, ¡vaya que si es bueno! Fíjense que después de tener a los disidentes del Disintur dando zamzara alrededor del mundo el castrismo los «represalía» -según un diario en Miami- de la siguiente manera: cuatro horas de registro en la casa de uno e impedimento de unas mujeres a reunirse con otras, para colmo a la Exponente Clase Business del Dinsintur le permiten montar en el avión y regresar. Que conste que todavía a unos cuantos no nos permiten ni actualizar el pasaporte, mucho menos subir al avión, y ni pensar en regresar; tampoco es que nos interese para nada, al menos a mí. Para ver ruinas el mundo es ancho.
Después no digan que la dictadura es malita, señores y señoras, porque miren ustedes, hasta han permitido las conexiones internet de pago, ampliándolas, ¿que es caro porque cuesta la mitad del salario del mes? ¿En qué país regalan algo?
Pero además, en un país donde los libros están prohibidos, que cuestan más del salario mensual en el mercado negro -recuerden a aquella mujer a la que multaron con 500 pesos por posesión de un libro de Guillermo Cabrera Infante-, a quién carajo le importa lo que cuesta internet, ¡a quién le importa internet! En un país donde la educación no lo es, sino que es adoctrinamiento. En un país donde la gente no tiene que comer, y el salario del mes no alcanza ni para calentarse el estómago, ni para calzarse, ni para vestir, ni para los medicamentos; francamente, ¡qué significaría entonces internet a lado de todo eso!
¿Que el cubano estaría más informado con internet? El cubano siempre ha zancajeado la información debajo de la tierra, incluso en los períodos de mayor represión y censura y sin la existencia de internet. El cubano está informado a través de muchas vías, y si no se rebela masivamente es por lo cobardones que son. O sencillamente, porque tanto la dictadura, como ahora esta bichidisidencia (cuidado no sea lo mismo) le tiene el coco dormido con pendejadas como internet.
No se crean, además, el negocio de las revoluciones orquestadas por twitter, ya eso se está comprobando que no solo es una estafa, además es un gran parabán para tapar varias realidades alternativas, y otro negocio gracias al cual algunos se están enriqueciendo mientras otros siguen más pobres y más reprimidos.
Yo sí sigo creyendo en las revueltas populares, cuando el pueblo no puede más y sale a las calles a acabar con los tiranos, de manera espontánea. ¿Por qué no ocurre esto en Cuba? Pues, oigan bien, no me canso de repetirlo, esto no sucede en Cuba por la simple razón de que mientras algunos pocos se juegan la vida en las calles, otros salen de viaje a comer catibía y a hablar la basura que le conviene al régimen para su resistencia. Con sus boberías mantienen al régimen y les permiten regresar a ellos regresar a Cuba. Los grandes consorcios de la información los premian para ello. El cuarto poder que siempre ha sostenido al primero.
En otros artículos míos hice excepciones, pero hasta con esas excepciones cuenta el régimen para darle credibilidad a los otros, a los que pondrán punto final al Disintur, que serán los últimos que hablarán, y sus palabras serán las que recordará el cubano, como máximo tres meses, no más, porque recuerden lo desmemoriados que somos, sobre todo en el exilio.
De modo que, al lado del régimen de Siria y de Irán, el castrismo, señores y señoras, es cosa de minucias. Y tan minucioso como ha sido siempre en borrar huellas y provocar amnesias, ya podríamos considerar que los pocos cubanos que todavía se enfrentan honestamente al régimen constituyen solamente casos aislados de descerebrados patológicos.
Por cierto, se comenta que la Maraca Guerrillera está en terapia intensiva. Bueno, el que lo esté ya no tiene ninguna importancia. Ha dejado a un pueblo comatoso, sí, en coma desde hace más de medio siglo, así que el hecho de que él se encuentre en terapia intensiva no tiene nada de singular. Además, siempre cabría la posibilidad de que pudiera despertarse milagrosamente y echar a correr por las calles de La Habana con sus zapatillas Adidas.
Zoé Valdés.
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