El balsero
Cuando lo recogieron
era un cadáver más, boca arriba en la balsa,
con los ojos comidos por el sol,
los párpados abiertos que dejaron pasar
la última mirada interrogante
al cielo azul bellísimo, indolente.
Mirad el fondo de esas cuencas podridas:
ahí reposa la Historia con todos sus discursos.
Lilliam Moro
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