Bajé y pude abrazar a Heberto Padilla. Lo recuerdo muy simpático, entrañable, aunque algo huidizo por instantes. Padilla se había convertido en un símbolo para varias generaciones y así se lo hice saber, tímidamente: “Muy a pesar mío”, respondió en tono de chanza.
Cuando recordamos, nos mantenemos unidos. Gracias, Zoé, por compartir.