Por Amelia del Castillo. Ni el mar, ni tú, ni yo, ni nada. Pero dibuja el sol hilos de luz en los cristales del alma y hay un niño dormido, un puñado de sal, un reloj, un surco, una semilla. No es igual, no. Pero galopa el potro del recuerdo, y el horizonte en llamas inquieta las cenizas de tanto incendio ahogado. No es igual, no. Ni el mar, ni […]
