Por Juan Villa. En mil novecientos ochenta y tres, Diego y Ana, su mujer –siempre los hemos nombrado así los amigos: vamos a casa de Diego y Ana, van a venir Diego y Ana…– estrenaron una casa en la aldea del Rocío, en la calle Sanlúcar, al pie de la madre de la marisma. Diego, aficionado desde siempre a la pintura, hizo un cuadro de la Virgen para presidir el comedor de esa casa. Se dice que Picasso, al […]

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